La falta de gozo (dopamina) crea una necesidad constante. Y cuando esta se usa mal, buscando placer en cosas que no reflejan la gloria de Dios, se vuelve adictiva.
El ser humano tiene un deseo natural de saber, de hacer y de crear, porque fue diseñado para servir y reflejar la luz de Dios.
Por eso, cuando buscamos esa luz en aparatos electrónicos, en información sin propósito o en la aprobación de otros, se genera un vacío interior. Ese vacío nace de querer encontrar conocimiento y sentido en lugares donde la verdadera luz no está.
Cuando intentamos llenar el alma con esa falsa luz, el resultado es cansancio y desorden interior.
Y cuando comenzamos una desintoxicación, alejándonos de esas fuentes, puede surgir ansiedad, tristeza o incluso nuevas adicciones:
• A la comida
• A lo sexual
• A la necesidad de ser validados
• Al abuso de drogas
• A la comida ultraprocesada
• A los juegos de azar
Estas cosas pueden causar una liberación excesiva de dopamina, lo que genera adicción o vacío emocional.
El cerebro empieza a “necesitar” esos estímulos para sentir placer, y cosas simples, como disfrutar de un logro cotidiano, ya no generan la misma satisfacción.
¿Por qué ocurre esto? Porque el alma sigue buscando dopamina, sigue buscando placer… pero en lugares equivocados.
Por eso, no basta con alejarnos de lo que nos daña:
tenemos que acercarnos a lo que realmente sana.
Tenemos que buscar esa dopamina, ese gozo, esa plenitud en Jesús, nuestro Señor.
Solo Él puede llenar el vacío real.
Solo Su luz puede dar propósito, descanso y paz al corazón.
Espiritualmente, esto se relaciona con la glosolalia, una palabra griega que significa “hablar en lenguas”.
La respuesta al sentir el gozo del Espíritu nos lleva a nuestro estado natural, y eso produce lenguas y activa dones en todos nosotros. Es lo que experimentaremos en el cielo, pero hoy podemos vivirlo a través de Su Espíritu.
Fuimos creados para vivir en Su luz.
Y fuera de ella, nada nos satisface por completo.
Tenemos que buscar esa dopamina, ese gozo, esa plenitud en Jesús, nuestro Señor.
Solo Él puede llenar el vacío real.
Juan 8:12
“Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
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