Vivir para darle gloria a Dios

“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué.”
— Jeremías 1:5

El Señor nos ha amado desde antes de nuestro nacimiento; ya nos había pensado y escogido con ternura y propósito. Por esa razón, debemos ofrecerle nuestra mejor adoración en todas las áreas de nuestra vida.

Esto incluye nuestro servicio, nuestro tiempo y la intimidad que cultivamos con Él cada día. Dios debe ocupar siempre el primer lugar en nuestro corazón. Reconocerlo en todo lo que hacemos, actuar con amor y servir con un corazón sincero son expresiones genuinas de adoración y honra a Su nombre.

Todo lo que hagas, hazlo con amor. Cuidemos la gloria que Dios nos ha confiado cada día, porque vivir para honrarlo es la mayor muestra de gratitud y adoración a Él. Vivir intencionalmente para agradarle, mostrar disposición para buscarle, escuchar Su voz, hablar Su Palabra y obedecerla, es la manera en que el Espíritu Santo se agrada de nosotros y se refleja Su gloria en nuestra vida.

Que nuestra vida sea una ofrenda diaria que refleje el amor de Aquel que nos escogió desde la eternidad.